Quién estoy siendo
Hace algunos años empecé una búsqueda de sustancias naturales para apaciguar el dolor de los músculos. Con el comienzo de la práctica del yoga mi vida cambió rotundamente. Fue y sigue siendo mi cuerpo el maestro que ha elegido estos caminos. Es a través de escuchar sus necesidades y darle paso a sus potencialidades que reinventé mi capacidad para percibir fuera de los límites que nuestra cultura occidental y nuestra sociedad consumista nos transmite.
Gracias a este camino me sigo encontrando con personas maravillosas que estudian, investigan, juegan y dan a conocer la magia que la naturaleza regala.


Ananké para los griegos significa “la chispa de la vida” y para los latinos “necesidad”, y hace referencia a la forma en que nace lo que existe: desde el vacío. Una forma de reivindicar que es la necesidad la madre de nuestros destinos (Ananké es la diosa madre de Las Moiras, las tejedoras que cortan el hilo de la vida de los seres humanos) y el vacío la posibilidad de ser llenado.
El espacio entre las manos y la piel es el territorio donde trabajan las sustancias que propongo. Es una forma de alimentarnos y de despertar en cada uno de nosotros la energía que posibilita la cicatrización, analgesia, limpieza, o simplemente el disfrute.